Un equipo de profesionales de la Facultad de Ingeniería Agrícola desarrolló talleres de inocuidad y seguridad alimentaria, control de calidad de alimentos y asociatividad, en el marco del “Programa de Fomento Productivo y Desarrollo Territorial de la Reserva de Biósfera en la Región de Ñuble”.
Un total de 60 recolectores de productos forestales no madereros (PFNM) de la Reserva de la Biósfera “Corredor Biológico Nevados de Chillán-Laguna del Laja”, participaron en dos intensas jornadas de capacitación desarrolladas por el Departamento de Agroindustrias, en los laboratorios de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción, en el Campus Chillán.
En el marco del “Programa de Fomento Productivo y Desarrollo Territorial de la Reserva de Biósfera Nevados de Chillán Laguna del Laja en la Región de Ñuble”, financiado por el Gobierno Regional, un equipo de profesionales de la Facultad capacitó a recolectores que viven en la Reserva distribuidos en seis comunas de Ñuble, en las áreas de inocuidad y seguridad alimentaria, control de calidad de alimentos y asociatividad, con charlas y trabajos prácticos que se desarrollaron en los laboratorios de microbiología y de postcosecha.
Los sesenta recolectores habitan en Monte León (Pemuco), Los Riscos (El Carmen), Las Lumas (Coihueco), Macal (San Fabián), Campanario y Ranchillo (Yungay) y varios sectores de la comuna de Pinto.
El objetivo, según indicó la Decana de Ingeniería Agrícola, Dra. María Eugenia González, es que ellos puedan agregar valor a los productos que recolectan y comercializan, entre ellos, avellanas, maqui y otros frutos silvestres; hongos comestibles como morchella, callampa de pino y digüeñe; y hierbas medicinales endémicas, como el palo negro y el boldo.
La investigadora de Ingeniería Agrícola y coordinadora del programa de formación, Pamela González, explicó que, “si bien, en el marco del programa realizamos capacitaciones mensuales y trabajos prácticos en los distintos sectores donde viven, ésta es la primera visita de los recolectores a la Universidad”.
Detalló que “trabajaron en aspectos de microbiología de alimentos, con el profesor Pedro Aqueveque; de control de calidad de alimentos, con la profesora Ana Valdebenito; y de asociatividad para emprendimientos rurales, con Claudia Carrasco, Directora (s) del Centro de Desarrollo Tecnológico Agroindustrial”.
La ingeniera complementó que “los temas tratados les van a permitir, por una parte, mejorar la calidad de los productos que ellos elaboran, ya que comprender el comportamiento de los microorganismos les permite a los recolectores identificar más fácilmente los riesgos de contaminación en sus actividades. Y este entendimiento más profundo también los hace comprender la importancia de las medidas preventivas y de asegurar la inocuidad”.
González añadió que, “el control de calidad igual es muy relevante, porque, por lo general, los recolectores no tienen preestablecidos ciertos criterios de calidad para sus productos y éste es un punto clave para que ellos puedan generar productos que sean atractivos y, a la vez, seguros. Por otra parte, el trabajar las temáticas de asociatividad les brinda una oportunidad de colaborar entre ellos, de generar redes que les permitan, por ejemplo, la comercialización conjunta de sus productos para acceder a mejores canales de comercialización o bien, a mejores precios, la adquisición de insumos a precios más bajos o bien, optar a nuevas formas de financiamiento, de capacitación, de trabajo colaborativo”.
Recolectoras
Ruth Oliva, del sector Las Lumas, de Coihueco, destacó la calidad de los talleres. “Hemos aprendido mucho sobre contaminación de los alimentos, fue muy interesante lo que tiene que ver con los hongos comestibles y aquellos que no se deben comer; es una información muy útil para nosotras, queremos aprender para sobrevivir más adelante, nuestra idea es agregarle valor, como, por ejemplo, elaborar un snack”, declaró la recolectora de avellanas y otros frutos silvestres con los que elabora mermeladas y conservas.
Herminda Ávila, también del sector Las Lumas, afirmó que “mi objetivo es aprender para poder sacarle más provecho a la avellana, y así generar mayores ingresos; piense que durante el invierno yo vivo de esto”. La recolectora valoró la disposición de los profesores para resolver dudas: “Muy buenos para explicar, había cosas que yo no sabía y las aprendí aquí”.
Nuevas unidades de procesos
La Dra. María Eugenia González, por su parte, contextualizó que “son dos programas importantes que estamos ejecutando en la Reserva de la Biósfera, que tienen la mirada de la conservación de los recursos naturales que hay dentro de la Reserva, pero también que las personas que viven en la Reserva deben tener un bienestar y un progreso económico, y por eso hablamos de fomento productivo”.
La Decana hizo hincapié en la “gran riqueza que tiene la Reserva, que son todos estos productos que son parte de la biodiversidad que existe en esta zona de precordillera”.
En esa línea, explicó que “lo que hacemos como Facultad, con el Departamento de Agroindustrias, es justamente darle valor agregado a esos productos, donde ya tenemos experiencia, pues hace algunos años trabajamos con recolectores de distintas zonas y logramos desarrollar productos, como snack de hongos o grageas de rosa mosqueta; y ahí está ese conocimiento científico, que nosotros, conociendo las cualidades que tiene la materia prima, podemos, a través de algún proceso en específico, darle más valor, y eso parte del programa”.
También forma parte del programa, complementó la Dra. María Eugenia González, fomentar la asociatividad y dejar instaladas tres unidades de procesos, “para que ellos cuenten con las capacidades, los equipos y la tecnología necesaria para poder darle valor agregado o hacer algún proceso de transformación a sus productos”.